sábado, 15 de marzo de 2008

Yo no dialogo, ergo, ustedes son irracionales: sobre las 4 muertes durante las protestas del paro agrario y las oportunidades perdidas


Al ser consultado sobre las muertes de los campesinos en Ayacucho, como resultado de la ola de protestas del sector agrarios, al parecer, a manos de la policía, la reacción de Alan García ha consistido en dos cosas: primero, en echar la culpa de esto a la dirigencia de los sindicatos en protesta, y luego, respaldar las irrisorias versiones de Alva Castro sobre un supuesto asesinato de los campesinos por manos de los propios manifestantes, quienes, según el ministro, habrían robado las armas del delito a los policías; o su versión sobre que el asesinato pudo ser cometido por un guardia del grifo que los manifestantes habrían estado incendiando. Ambas versiones ya desmentidas por los respectivos testigos en un artículo de La República[1].

Estas declaraciones son, en efecto, muy parecidas a muchas otras que han salido desde el estado. Parece que el gobierno aprista ha desarrollado una narrativa sobre la situación nacional, que pretenden muy convincente. Pero hay 2 cosas terribles debajo de esta narrativa, una sobre el contenido, que se refiere al poder, y la otra sobre la forma, y se refiere a la vida. Empecemos por lo primero.

La propaganda estatal ha construido una interpretación de los conflictos sociales del país en la que todo cuadra perfectamente, interpretación que se renueva en los constantes spots publicitarios y las declaraciones repetitivas de los hombres de Estado. La base es ya conocida, es el perro, el perro. En este artículo, se construye un universo en el que el Perú está en el atraso debido a que no hemos sabido progresar, pero con la inversión privada y extranjera y la puntualidad de los peruanos, saldremos adelante. Sin embargo hay quienes no comparten esta idea y que más bien, de una manera primitiva, irracional e incorrecta, intentan destruir lo que se ha conseguido con el esfuerzo de todos los peruanos. Ellos son “el perro del hortelano”, los ex comunistas que ahora se disfrazan de ambientalistas, defensores de los derechos indígenas, sindicalistas. Son los caviares. Son los enemigos de los intereses de todos los peruanos. A ellos se debe el atraso del país y contra ellos tenemos que enfrentarnos.

Este discurso viene ya desde los primeros días de gobierno, pero sería bueno contextualizarlo. Hay un tema que está en plena temporada: “el que viene de fuera”. Me refiero pues a las cumbres de ALC-UE y del APEC. Grandes mandatarios vendrán desde distintas partes del mundo, el mundo neoliberal llegará al Perú a traer desarrollo, progreso y civilización
[2]. Es interesante ver como después de tantas guerras y años, los discursos y los temas de fondo no cambian.

En esta estructura de poder a la que, como país, se nos subordina a través de sus acciones nuestro presidente
[3], la figura del inversor, del poderoso presidente de fuera, tiene la capacidad de juzgar y decidir. Por eso hay que complacerlo[4]. Y Alan tiene a su cargo este arreglo. Lo problemático de su misión son las mismas repercusiones que tiene para nosotros como nación estar subordinados a una estructura de poder que nos margina pero que nos mantiene esperanzados en obtener sus escasos y desiguales beneficios, negándonos así como colectividad[5]. Dicho de la manera más simple posible nos convertimos en “sujetos para” la colonización de los grandes poderes transnacionales.

En efecto, es necesario lograr que la inversión privada venga al país, pero yo me inscribo en la idea de que existen otras maneras. ¿A qué precio estamos buscando este tipo de desarrollo? Mi punto es que, lo que sucedió cuando Alan García hizo las declaraciones que hizo sobre las muertes de los campesinos, fue que, subyugándose a la figura del colonizador, convirtiéndose en un subalterno de la hegemonía neoliberal, llevó su intención de imponer su discurso, a un punto ya no aceptable, un punto en que los derechos humanos se ven violados y pisoteados,

Han muerto ya 4 campesinos, y muchos otros están heridos. Mesuremos esto, lo más importante, la vida.

Los políticos tienen una gran oportunidad de atacar directamente los problemas culturales del país al aparecer en la esfera pública. Si alguien da alguna opinión desde este espacio, esta tendrá la oportunidad de incidir directamente en lo que piensa gran cantidad de gente. Por algo todos reclamamos el tremendo efecto que la televisión tiene entre nosotros. Vich
[6] nos refería el caso de Ollanta Humala, quien, cuando su padre salió a despotricar contra los gays, no atinó más que a que ocultar al anciano como algo que salió mal, como algo que no se debe ver. Negando algo que era real: un elemento intolerante con la diversidad sexual, problema entroncado en nuestra sociedad. Lo mismo hizo Lourdes Flores cuando su padre arremetió contra la condición étnica de Alejandro Toledo. Y es que, en vez de salir y decir, “no, lo que dice esta persona es algo noscivo para el país ya que… (y se nombran todas las razones por la cual este es un problema cultural para nosotros). En vez de atacar el problema de una vez, se oculta lo que nos es incómodo, lo que no queremos enfrentar. Y esa es una manera de negarnos como sujetos, de imponernos modelos de “ser” que nos son ajenos, y a los cuales, lógicamente, nunca satisfaremos, generando una paranoia y un trauma de identidad severo, que afecta a buena parte de nuestra nación[7].

¿Qué hubiera sido lo optimo que García debió hacer en una situación de conflicto social violento como en la que significa el paro agrario? Probablemente, dentro de lo que se ha dicho hasta ahora, atacar directamente el problema. Señalar las causas, por qué está mal la violencia. No acusar, provocar, generar resentimientos con sus adjetivos. Intentar comprender al conflicto, a la nación. Aunque duela.

Alguno dirá, “pero es que eso nunca se hace, si acepta la culpa pierde credibilidad política”. Hay gente que se está muriendo por este conflicto. Pero son vidas dentro de un movimiento de resistencia al modelo que plantea el Estado. Entonces, ¿valen?,¿ no valen? Parece que respetar la vida es bastante subversivo dentro de este marco. La cuestión clave es: ¿sobre qué está el derecho a la vida? ¿Por qué se dice que es lo más preciado que tenemos? ¿Vale más la vida o el éxito político y económico?

Alan está viviendo su propia fantasía. Su discurso es la realidad en que él mismo se envuelve. Los culpables son los dirigentes comunistas extremistas que nos van a hacer perder la venia del poder extranjero, nos van a sabotear el APEC. Señor Alan García, ¡¿qué tiene que ver el APEC aquí
[8]?! ¿Qué tiene que ver eso con los problemas que históricamente han aquejado a nuestra sociedad, que son el fondo del problema agrario, y con la muerte de los campesinos?

Señor Alan García, recapacite por favor. Tendremos ideas distintas
[9], pero usted tiene la obligación de proteger la vida. Cúmplala pues.

[1] http://www.larepublica.com.pe/component/option,com_contentant/task,view/id,205612/Itemid,/
[2] Seguimos hablando desde una interpretación algo rajona del discurso estatal. En efecto, AGP apuesta a conseguir un desarrollo trayéndolo del exterior, dando todos los beneficios, muriéndose por lo extranjero. AGP es un gordido coquetón con Occidente.
[3] El neoliberalismo al parecer descansa sobre una división mundial de las funciones muy eficiente. Pero cuando se analiza esto desde la perspectiva de los países subalternos, uno puede dar cuenta que la mutua interdependencia entre consumidores y productores, entre abastecedores y procesadores, está bastante bien oculta sobre un manejo simbólico del poder y del prestigio, que descansa a su vez en las jerarquías de esta división mundial. En este marco, si bien podemos hacer uso político de nuestra posición en la estructura y de nuestros recursos, es menos riesgoso obedecer y ser desesperanzadamente realistas. En algunos momentos, la ridiculez con la que se sigue este juego refuerza la jerarquía y la subordinación. Sobre como esto se aplica en Alejandro Toledo, y cómo nos afecta como pueblo en gerneral, ver: Vich, Víctor. Magical. Mystical. El Royal Tour de Alejandro Toledo. En: Industrias Culturales. Maquinas de deseos. 2007
[4] Sobre este punto es interesante la actitud del alcalde de Lima. Da mucho que pensar el ver que las pistas de Lima son reparadas con la mayor de las prisas para que cuando lleguen los presidentes del APEC, aprueben la buena presencia de la ciudad. ¿Acaso los limeños no nos merecíamos esto desde antes por el solo hecho de ser limeños? ¿Qué es más urgente, el que los mandatarios del APEC vean buenas pistas, o que ese 30% de personas que cuentan con agua y desagüe en Villa el Salvador aumente a 100%?
[5] Sobre este punto ver la Introducción del libro: Estudios Culturales: discursos, poderes, pulsiones.
[6] Vich, Víctor. Gestionando Riesgos. En: Políticas Culturales. Ensayos Críticos. Lima. IEP
[7] Pero esto también es mejor ocultarlo. En la derecha y en la izquierda. Quienes lo reconocen, lo pasan mal. Por eso son pocos.
[8][8] En las declaraciones de Alan, este decía que los culpables eran aquellos dirigentes extremistas que estaban en contra de la cumbe del APEC. Invitaría a los lectores a reflexionar sobre lo que quiere decir esto, y lo que quería decir Bush cuando, refiriéndose a los talibanes dijo: “they can’t stand, what we stand for” (juego de palabras que significa, ellos no pueden soportar aquello por lo que nosotros luchamos).
[9] Me tomo la libertad de considerarme parte de un sector crítico al gobierno, que cada vez es más amplio.

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