lunes, 31 de marzo de 2008

Pronunciamiento de Estudiantes FORMABIAP sobre detenidos de Andoas



Los Estudiantes Indígenas del Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana- FORMABIAP-, en representación de todos los pueblos indígenas de la Amazonía: Kandozi, Kukama-Kukamiria, Achuar, Kichwa, Tikuna, Shawi, Awajum, Ashaninca, Bora, Shipibo, Shiwilu, Huitoto, Urarinas, Wampis, Secoya, etc., ponen en conocimiento de la opinión pública lo siguiente:

- Que desde el día jueves 20 del presente nuestros hermanos indígenas de los pueblos kichwa, kandozi y Achuar de la zona de Andoas (Río Pastaza) venían participando en una protesta contra la empresa transnacional Pluspetrol exigiendo el respeto a los acuerdos sobre el cuidado y mantenimiento del ecosistema de la zona y protección de los ríos contra la contaminación que puede producir el material crudo, además de mejoras salariales por el trabajo que realizan.

- Que en el marco de esta protesta, los efectivos policiales, en defensa de los intereses de la empresa petrolera, atacaron a nuestros hermanos con diferentes armas como bombas lacrimógenas, perdigones, balas, entre otras. Además montaron una persecución tenaz y masacradora en contra de nuestros hermanos, tanto es así que los siguieron hasta el pueblo y los buscaron casa por casa, deteniendo incluso a los que no habían participado de la protesta. En este proceso, torturaron física y mentalmente a varios jóvenes colgándolos incluso de los árboles a manera de ahorcamiento. Se sabe que hay más de cuatro hermanos indígenas heridos de gravedad. Sabemos que hay más de 50 detenidos, entre ellos, nuestros hermanos indígenas, y se dice que hoy mismo serán enviados a la cárcel de Guayabamba en la ciudad de Iquitos.


Nosotros los estudiantes exigimos la inmediata libertad de nuestros hermanos indígenas, porque consideramos que las protestas por el respeto de los acuerdos y compromisos, así como por mejoras salariales, son derechos que nos asisten y no podemos ser detenidos y encarcelados por exigir que los entes competentes los respeten.

Los indígenas amazónicos ya estamos cansados que el gobierno central y sus representantes en las diferentes instituciones nos marginen, maltraten y atropellen nuestros derechos. Como está ocurriendo en el Sector Educación con los últimos decretos del Ministerio de Educación que no reconoce la diversidad del país y por tanto no da un tratamiento diferenciado en las políticas educativas. Basta ya, hasta aquí nomás.

Existen convenios y leyes que protegen nuestros derechos como indígenas, a la tierra, a la lengua y cultura, a la vida digna y educación pertinente, como el convenio 169 de la OIT y la Declaración de los Derechos de los Pueblos indígenas de las Naciones Unidas suscrito por el gobierno Peruano, la Ley General de Educación 28044, entre otros. Pero sólo están en el papel. Son letra muerta. ¿De qué sirven las leyes si no se cumplen? ¿Quiénes son los encargados de hacerlas cumplir? ¿Qué hacemos si cuando reclamamos nuestros derechos nos masacran y encarcelan? ¿No debemos reclamar nuestros derechos? ¿Es un delito hacerlo, y por eso merecemos la pena de cárcel? ¿Dónde están los principios de equidad y justicia que predica este gobierno?




FRENTE DE ESTUDIANTES INDÍGENAS DEL PROGRAMA DE FORMACIÓN DE MAESTROS BILINGÜES DE LA AMAZONÍA PERUANA



Comunidad Educativa de Zungarococha, 26 de marzo de 2008


www.FORMABIAP.org

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sábado, 29 de marzo de 2008

Festival x la Memoria!!! - nunk más impunidad

según mi buen amigo Isaac, a Fujimori ya le ganamos. y es ke, en verdad pue, dentro de la lucha x conseguir una democracia verdadera y un país en el que se respeten los derechos Humanos ... ke mejor victoria que aplicar estos mismos principios con kien despierta nuestros más sinceros desprecios.

al FujiRata le están haciendo lo que él nunk hizo en su gobierno, le están respetando sus derechos y le están dando el juicio justo que se merece. se posicionan los principios que enarbolabamos cuando marchabamos por su captura, se posicionan esos principios por sobre los sentimiento que él nos causa. no ponemos intereses sobre principios, hacemos todo lo contrario.

claro, esto no es suficiente, aún falta muchisimo por hacer. es verdad ke este juicio nos sirve para construir un mejor país; pero sería demasiado ingenuo pensar que se le puede cargar todo el peso de una demokracia a una sanción.
por último y por el lado del pragmatismo, agrego alguito más (un poco paradójico): la permanencia en libertad de este genocida ke no leía Caretas es un peligro para todo esto que estamos construyendo.
no nos keda otra pue varones y varonas, informemonos, vigilemos, participemos.. y luchemos.

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este 5 de abril ya son 16 añazos del AutoGolpe ke esta Rata le hizo al país. asi ke, con unos amigos, se preparó una pekeña celebración (mentira, va a estar BRUTAL!!!!) ...vayan pe :)


les dejo una últimita, así pa ke se inspiren...metanle al link de abajo.
hay, hermanos, muchísimo que hacer....


viernes, 21 de marzo de 2008

La sociedad que despierta, por William Ospina

términos de moda:
"chavista", "bolivariano", "terrorista", "anti-cumbre"
se acusa generalmente que las ideologías privilegian un aspecto de la realidad, dejando a los demás aspectos de lado (supuestamente esto que se oculta, serviría para contradecir lo que postula dicha ideología). en el debate político actual, esto parece estar sucediendo. el Estado santaniza, insulta y persigue, a todos aquellos que no estén de acuerdo con su forma pensar sobre lo que se debe hacer con el país. los grupos de izquierda, progresistas, disconformes, etc, se sienten agredidos y marginados, de manera que todo lo que viene de parte del gobierno, lo reciben con desconfianza; los prejuicios son abundantes aunque tal vez justificados, pero la proclividad a ver al Estado como un gran cucote, simplemente no ayuda en nada al diálogo.
yo tengo mi opinión, esa es la verdad, la de la otra parte está mal, es ideología o es una opinión interesada.
el gobierno actual parece estar haciendo de todo para ser criticado, pero una democracia supone diálogo. si ellos no lo promueven, nosotros no podemos seguirles el juego de los insultos y las bronkitas.
el artículo que presento aquí es de William Ospina, y, creo yo, está por encima de esta guerra de adjetivos. aunque, bueno, trata sobre las cuestiones Colombianas. es un artículo inteligente, no majadea como lo hace el gobierno, pero no deja de sentar una posición. podríamos aprender algo de él:
La sociedad que despierta


En los últimos veinte años Colombia ha vivido un verdadero holocausto del que apenas comenzamos a enterarnos.
Los medios de comunicación han divulgado la proliferación de fosas comunes donde los paramilitares sepultaron a sus víctimas por todo el territorio, desde Sucre hasta Nariño, desde el Valle del Cauca hasta Santander, desde la Sierra Nevada de Santa Marta hasta el Magdalena medio. Otra vez, como en los años cincuenta, bandas de hombres armados entraron a medianoche en las aldeas, llenaron de zozobra las regiones, ejecutaron de un modo feroz y escalofriante a gentes desarmadas, en unos casos acusándolas con razón o no de ser guerrilleros, en otros casos utilizando el pretexto de la lucha contra la guerrilla para crear terror en las poblaciones, apoderarse de las tierras y desplazar a los habitantes.
No sólo los crímenes sino la sevicia de sus circunstancias, y la revelación de que esas bandas de paramilitares obraron a veces con la complicidad de miembros de las Fuerzas Armadas, obraron a veces con el patrocinio de dueños de la tierra y de sectores empresariales, obraron a la vista de todo el mundo y hasta cobraban por su trabajo a los comerciantes de los pueblos, asegurando que estaban llevando defensa y protección a la comunidad, son cosas que repugnan a todo espíritu democrático. Hace mucho tiempo sabemos que cada vez que la sociedad se ve amenazada por el crimen su único deber es corregir y fortalecer las instituciones legítimas, y que entregar la defensa de la sociedad a bandas de criminales es el modo más seguro de hundir a un país en el caos y en la degradación moral.
Si en Francia, en España, en México o en Argentina, se diera un fenómeno tan masivo de crueldad, de miles de víctimas atrozmente asesinadas a las que nadie les demostró jamás su culpabilidad, es seguro que esas sociedades, como un mecanismo de decencia social, como un mecanismo de purificación mental y moral, saldrían masivamente a las calles a rechazar esos hechos atroces, a exigir justicia y reparación, y procurarían que todo lo ocurrido saliera a la luz. Así reaccionó la Argentina ante los crímenes cometidos por las dictaduras, aunque por supuesto se necesitó el liderazgo de las madres de la Plaza de Mayo, cuyo amor por las víctimas pudo más que el miedo a los victimarios. Ellas le enseñaron a todo un continente que el silencio es un acto de complicidad, que a menudo hasta los criminales necesitan que la sociedad les diga lo que hicieron, porque la inercia infernal de la sangre suele anestesiar las conciencias y acaba por hacer que ni los victimarios comprendan la enormida d monstruosa de sus propios actos.
Alguien tiene que ser capaz de reaccionar. No para reclamar venganza, ni siquiera para exigir justicia, sino para demostrarse a sí mismo que no ha perdido su dignidad humana, su capacidad de diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal. Una sociedad que no sea capaz de levantarse con toda claridad contra esas oleadas de la barbarie, contra esas reviviscencias del horror, corre el peligro de que esos hechos terribles se repitan sin fin, y que el miedo termine siendo más poderoso que la confianza como ingrediente de la vida cotidiana. Todos tristemente sabemos que en Colombia ha sido así, y en estos días, cuando el Estado está procurando someter a la ley a los paramilitares y tiene asediadas a las guerrillas, es ya hora de reaccionar, de mostrar que la sociedad existe y sabe lo que pasó y rechaza los caminos de la barbarie.
El cuatro de febrero fue inequívoco el rechazo de la sociedad entera a los crímenes de la guerrilla. Colombia se levantó contra los secuestros, contra los campos de concentración que las FARC mantienen en el corazón de las selvas colombianas, contra unas organizaciones criminales que hace ya décadas mantienen a la sociedad amenazada y chantajeada. Y no se levantó sólo para rechazar el secuestro sino para afirmar su propia dignidad, su libertad, su deseo de vivir con plenitud en un país pacífico y democrático.
Pero todavía Colombia no ha hecho sentir su grito de rechazo contra la otra barbarie, que nos puso a vivir en un inmenso campo de tumbas sin nombre. Y ese rechazo tiene que ser igualmente enérgico, tiene que hacerles sentir a los victimarios, ahora en proceso de sometimiento a la justicia, que esos fenómenos de justicia privada tan frecuentes en Colombia no pueden repetirse. La marcha del seis de marzo no debe ser sólo contra los crímenes que cometieron los paramilitares, sino contra la tendencia de muchos ciudadanos a pensar que el crimen es legítimo si se comete con una determinada intención.
Una larga serie de sentencias judiciales de los últimos tiempos ha condenado al Estado a pagar gigantescas indemnizaciones por crímenes que se han cometido con intervención de algunos de sus agentes o por negligencia institucional. La ciudadanía tiene también el deber de rechazar que algunos funcionarios, e incluso miembros de las Fuerzas Armadas, traicionando sus deberes constitucionales, hayan violado la ley que era su deber defender, hayan profanado la majestad de las instituciones, y quieran convertirnos en cómplices de sus crímenes. El que esos delitos se paguen con nuestros impuestos significa que se nos está convirtiendo en responsables de todo aquello que no somos capaces de rechazar. Marchar es también la manera de hacernos conscientes de nuestra responsabilidad como ciudadanos, y de asumir un papel más activo en la vida nacional.
Por eso no está bien que algunas personas, no sé con qué intención, quieran disuadirnos del deber de marchar contra estos crímenes que, lo mismo que el secuestro y la extorsión, repugnan a la condición humana y nos convierten en rehenes de todos los odios y todas las crueldades. Algunos hasta piensan, contra todas las costumbres de la democracia, que una marcha ya es suficiente, y se atreven a decir, torciéndole el cuello a la lógica, que una segunda marcha atenúa el efecto de la primera. Nada más contundente que mostrar que una sociedad es capaz de marchar una y muchas veces para que no queden dudas de su rechazo a todas las violencias, a todos los chantajes y las amenazas. Tanto los paramilitares como las guerrillas han intentado convertir estas marchas en instrumentos de su odio. Ello es imposible: nadie podrá acusar a millones de personas que marchan en paz contra cosas que son evidentemente repudiables, y que marchando se hermanan en una vocación pacífica y democrática, de ser voceros de ningún criminal. Hay que marchar con decisión, hay que marchar con alegría, y, dado que la libertad es lo primero, sólo hay que marchar si uno, en su corazón, en la soledad central de su yo, como decía Borges, siente que ese holocausto que Colombia ha vivido en los últimos años también merece un rechazo clamoroso y multitudinario.

William Ospina / Fuente: Revista Cromos

Ver en los comentarios adjuntos de Florence Thomas, Noam Chomsky, Antanas Mockus, Juan Manuel Roca, Fernando Rendón, Héctor Abad Faciolince... en la siguiete web
http://rednel.blogspot.com/2008/03/despierta-por-william-ospina.html

domingo, 16 de marzo de 2008

Aquí se respeta, o se te espeta ... PUÑETA!

Querido FBI - Residente Calle 13



Puerto Rico mantiene la condición de "territorio no incorporado de los Estados Unidos con estatus de autogobierno". Un eufemismo para colonia. Obviamente en Puerto Rico, hay gente en desacuerdo con esto...en Puerto Rico también hay deseos de libertad.

Filiberto Ojeda Ríos era el responsable general del Ejercito de Popular Boricua(organización clandestina político-militar con base en Puerto Rico, en los Estados Unidos y en otros países, que apoya la independencia de Puerto Rico de los Estados Unidos y el socialismo -wikipedia), mejor conocidos como Los Macheteros (. No se ocultaba lo incomodido que era esto para Estados Unidos. Así que, a la mejor manera Yankee, los del FBI se metieron a Puerto Rico y se buscó un arreglo rápido a la situación.

Ojeda Ríos fue ultimado a balazos en su propio domicilio.

Lo que se pone en cuestión aquí no es la validez de las guerrillas para liberar a un país, o la legitimadad y aceptación popular de estos reclamos; si no, la soberanía que debería tener un país, y el derecho de una población a resolver por sí misma sus problemas, sin intromisiones irrespetuosas (yankees, go home). No se defiende la guerrilla, se rechaza al imperialismo.

Y es que, con todo y todo, Estados Unidos es bien malcriado, pues! Aún no aprende a respetar que en el mundo hay cosas que no son suyas...

sábado, 15 de marzo de 2008

Yo no dialogo, ergo, ustedes son irracionales: sobre las 4 muertes durante las protestas del paro agrario y las oportunidades perdidas


Al ser consultado sobre las muertes de los campesinos en Ayacucho, como resultado de la ola de protestas del sector agrarios, al parecer, a manos de la policía, la reacción de Alan García ha consistido en dos cosas: primero, en echar la culpa de esto a la dirigencia de los sindicatos en protesta, y luego, respaldar las irrisorias versiones de Alva Castro sobre un supuesto asesinato de los campesinos por manos de los propios manifestantes, quienes, según el ministro, habrían robado las armas del delito a los policías; o su versión sobre que el asesinato pudo ser cometido por un guardia del grifo que los manifestantes habrían estado incendiando. Ambas versiones ya desmentidas por los respectivos testigos en un artículo de La República[1].

Estas declaraciones son, en efecto, muy parecidas a muchas otras que han salido desde el estado. Parece que el gobierno aprista ha desarrollado una narrativa sobre la situación nacional, que pretenden muy convincente. Pero hay 2 cosas terribles debajo de esta narrativa, una sobre el contenido, que se refiere al poder, y la otra sobre la forma, y se refiere a la vida. Empecemos por lo primero.

La propaganda estatal ha construido una interpretación de los conflictos sociales del país en la que todo cuadra perfectamente, interpretación que se renueva en los constantes spots publicitarios y las declaraciones repetitivas de los hombres de Estado. La base es ya conocida, es el perro, el perro. En este artículo, se construye un universo en el que el Perú está en el atraso debido a que no hemos sabido progresar, pero con la inversión privada y extranjera y la puntualidad de los peruanos, saldremos adelante. Sin embargo hay quienes no comparten esta idea y que más bien, de una manera primitiva, irracional e incorrecta, intentan destruir lo que se ha conseguido con el esfuerzo de todos los peruanos. Ellos son “el perro del hortelano”, los ex comunistas que ahora se disfrazan de ambientalistas, defensores de los derechos indígenas, sindicalistas. Son los caviares. Son los enemigos de los intereses de todos los peruanos. A ellos se debe el atraso del país y contra ellos tenemos que enfrentarnos.

Este discurso viene ya desde los primeros días de gobierno, pero sería bueno contextualizarlo. Hay un tema que está en plena temporada: “el que viene de fuera”. Me refiero pues a las cumbres de ALC-UE y del APEC. Grandes mandatarios vendrán desde distintas partes del mundo, el mundo neoliberal llegará al Perú a traer desarrollo, progreso y civilización
[2]. Es interesante ver como después de tantas guerras y años, los discursos y los temas de fondo no cambian.

En esta estructura de poder a la que, como país, se nos subordina a través de sus acciones nuestro presidente
[3], la figura del inversor, del poderoso presidente de fuera, tiene la capacidad de juzgar y decidir. Por eso hay que complacerlo[4]. Y Alan tiene a su cargo este arreglo. Lo problemático de su misión son las mismas repercusiones que tiene para nosotros como nación estar subordinados a una estructura de poder que nos margina pero que nos mantiene esperanzados en obtener sus escasos y desiguales beneficios, negándonos así como colectividad[5]. Dicho de la manera más simple posible nos convertimos en “sujetos para” la colonización de los grandes poderes transnacionales.

En efecto, es necesario lograr que la inversión privada venga al país, pero yo me inscribo en la idea de que existen otras maneras. ¿A qué precio estamos buscando este tipo de desarrollo? Mi punto es que, lo que sucedió cuando Alan García hizo las declaraciones que hizo sobre las muertes de los campesinos, fue que, subyugándose a la figura del colonizador, convirtiéndose en un subalterno de la hegemonía neoliberal, llevó su intención de imponer su discurso, a un punto ya no aceptable, un punto en que los derechos humanos se ven violados y pisoteados,

Han muerto ya 4 campesinos, y muchos otros están heridos. Mesuremos esto, lo más importante, la vida.

Los políticos tienen una gran oportunidad de atacar directamente los problemas culturales del país al aparecer en la esfera pública. Si alguien da alguna opinión desde este espacio, esta tendrá la oportunidad de incidir directamente en lo que piensa gran cantidad de gente. Por algo todos reclamamos el tremendo efecto que la televisión tiene entre nosotros. Vich
[6] nos refería el caso de Ollanta Humala, quien, cuando su padre salió a despotricar contra los gays, no atinó más que a que ocultar al anciano como algo que salió mal, como algo que no se debe ver. Negando algo que era real: un elemento intolerante con la diversidad sexual, problema entroncado en nuestra sociedad. Lo mismo hizo Lourdes Flores cuando su padre arremetió contra la condición étnica de Alejandro Toledo. Y es que, en vez de salir y decir, “no, lo que dice esta persona es algo noscivo para el país ya que… (y se nombran todas las razones por la cual este es un problema cultural para nosotros). En vez de atacar el problema de una vez, se oculta lo que nos es incómodo, lo que no queremos enfrentar. Y esa es una manera de negarnos como sujetos, de imponernos modelos de “ser” que nos son ajenos, y a los cuales, lógicamente, nunca satisfaremos, generando una paranoia y un trauma de identidad severo, que afecta a buena parte de nuestra nación[7].

¿Qué hubiera sido lo optimo que García debió hacer en una situación de conflicto social violento como en la que significa el paro agrario? Probablemente, dentro de lo que se ha dicho hasta ahora, atacar directamente el problema. Señalar las causas, por qué está mal la violencia. No acusar, provocar, generar resentimientos con sus adjetivos. Intentar comprender al conflicto, a la nación. Aunque duela.

Alguno dirá, “pero es que eso nunca se hace, si acepta la culpa pierde credibilidad política”. Hay gente que se está muriendo por este conflicto. Pero son vidas dentro de un movimiento de resistencia al modelo que plantea el Estado. Entonces, ¿valen?,¿ no valen? Parece que respetar la vida es bastante subversivo dentro de este marco. La cuestión clave es: ¿sobre qué está el derecho a la vida? ¿Por qué se dice que es lo más preciado que tenemos? ¿Vale más la vida o el éxito político y económico?

Alan está viviendo su propia fantasía. Su discurso es la realidad en que él mismo se envuelve. Los culpables son los dirigentes comunistas extremistas que nos van a hacer perder la venia del poder extranjero, nos van a sabotear el APEC. Señor Alan García, ¡¿qué tiene que ver el APEC aquí
[8]?! ¿Qué tiene que ver eso con los problemas que históricamente han aquejado a nuestra sociedad, que son el fondo del problema agrario, y con la muerte de los campesinos?

Señor Alan García, recapacite por favor. Tendremos ideas distintas
[9], pero usted tiene la obligación de proteger la vida. Cúmplala pues.

[1] http://www.larepublica.com.pe/component/option,com_contentant/task,view/id,205612/Itemid,/
[2] Seguimos hablando desde una interpretación algo rajona del discurso estatal. En efecto, AGP apuesta a conseguir un desarrollo trayéndolo del exterior, dando todos los beneficios, muriéndose por lo extranjero. AGP es un gordido coquetón con Occidente.
[3] El neoliberalismo al parecer descansa sobre una división mundial de las funciones muy eficiente. Pero cuando se analiza esto desde la perspectiva de los países subalternos, uno puede dar cuenta que la mutua interdependencia entre consumidores y productores, entre abastecedores y procesadores, está bastante bien oculta sobre un manejo simbólico del poder y del prestigio, que descansa a su vez en las jerarquías de esta división mundial. En este marco, si bien podemos hacer uso político de nuestra posición en la estructura y de nuestros recursos, es menos riesgoso obedecer y ser desesperanzadamente realistas. En algunos momentos, la ridiculez con la que se sigue este juego refuerza la jerarquía y la subordinación. Sobre como esto se aplica en Alejandro Toledo, y cómo nos afecta como pueblo en gerneral, ver: Vich, Víctor. Magical. Mystical. El Royal Tour de Alejandro Toledo. En: Industrias Culturales. Maquinas de deseos. 2007
[4] Sobre este punto es interesante la actitud del alcalde de Lima. Da mucho que pensar el ver que las pistas de Lima son reparadas con la mayor de las prisas para que cuando lleguen los presidentes del APEC, aprueben la buena presencia de la ciudad. ¿Acaso los limeños no nos merecíamos esto desde antes por el solo hecho de ser limeños? ¿Qué es más urgente, el que los mandatarios del APEC vean buenas pistas, o que ese 30% de personas que cuentan con agua y desagüe en Villa el Salvador aumente a 100%?
[5] Sobre este punto ver la Introducción del libro: Estudios Culturales: discursos, poderes, pulsiones.
[6] Vich, Víctor. Gestionando Riesgos. En: Políticas Culturales. Ensayos Críticos. Lima. IEP
[7] Pero esto también es mejor ocultarlo. En la derecha y en la izquierda. Quienes lo reconocen, lo pasan mal. Por eso son pocos.
[8][8] En las declaraciones de Alan, este decía que los culpables eran aquellos dirigentes extremistas que estaban en contra de la cumbe del APEC. Invitaría a los lectores a reflexionar sobre lo que quiere decir esto, y lo que quería decir Bush cuando, refiriéndose a los talibanes dijo: “they can’t stand, what we stand for” (juego de palabras que significa, ellos no pueden soportar aquello por lo que nosotros luchamos).
[9] Me tomo la libertad de considerarme parte de un sector crítico al gobierno, que cada vez es más amplio.